Cada año, el mes de enero llega con su cúmulo de buenos propósitos, su aire de cambio y su aroma a nuevo comienzo. Todos somos víctimas de ello. ¿Quién no ha decidido, un 1 de enero, convertirse en la mejor versión de sí mismo estableciendo buenos propósitos?
Nuestros hijos no son la excepción. Desde los 7 años, “la edad de la razón”, se desarrolla en ellos un sentido de responsabilidad que los lleva a pensar que ellos también deberían tomar las riendas de su vida.
Ordenar su habitación todas las noches, obtener solo buenas calificaciones, dejar de charlar en clase… aunque estos buenos propósitos infantiles nos parezcan tiernos, en realidad representan una fuente de estrés insospechada para nuestros más jóvenes.
Entonces, ¿cómo hacer que este inicio de año sea una fuente de desarrollo personal?
PON EL EJEMPLO PARA TUS HIJOS
Si tu hijo te escucha hablar sobre tus buenos propósitos, será difícil hacerle entender que, por el contrario, ¡él no debe hacerlo!
Desde los 2 años, el niño aprende por el ejemplo y el mimetismo: de tus gestos, tus palabras y tus acciones. Así que muéstrales el camino correcto: ¡fuera los buenos propósitos!
Para empezar el año con el pie derecho, habla mejor de las intenciones o deseos que tienes para este año. Toma nota también del lenguaje que utilizas. No es que debas hacer deporte tres veces por semana, sino que te gustaría adquirir el hábito de ir 3 veces por semana.
Este cambio en tu vocabulario marcará toda la diferencia para tu hijo, quien entonces verá verdaderamente tus intenciones como deseos y no como obligaciones, las cuales añaden estrés y ansiedad a nuestras espaldas. Desde entonces, ¡también tendrá el deseo de continuar el año con intenciones que realmente lo motiven!
EVITA HACER CHANTAJE INCONSCIENTE
Las palabras tienen un impacto mayor del que podemos imaginar. Y expresiones simples que a menudo escuchamos de jóvenes contribuyen a lo que se llama chantaje inconsciente: una forma de miedo o angustia oculta detrás de nuestras palabras.
Aquí tienes algunas expresiones que en realidad esconden una forma de chantaje:
- ¡No te metas los dedos en la nariz, te saldrán por las orejas!
- ¡No hagas muecas, o si pasa un viento fuerte, quedarás así toda tu vida!
- ¡Si tu habitación no está ordenada, el ratoncito de los dientes no pasará!
¿Reconoces estas expresiones? Pueden parecer inocuas, pero para un niño pequeño, representan una amenaza. De hecho, los más jóvenes dependen enormemente del conocimiento y la experiencia de los adultos (y sobre todo, de sus padres). Así, no pueden determinar por sí mismos si estas famosas frases son verdaderas o falsas.
Y si lo dice mamá o papá, entonces debe ser ciertamente verdad.
Tenemos la mala costumbre de utilizar estas frases y expresiones para justificar ciertos "buenos propósitos" que nuestros hijos deberían adoptar después del Año Nuevo.
Pero para empezar el año con tranquilidad, dejemos que los niños definan por sí mismos los "propósitos" que desean adoptar, sin amenazas del ratoncito de los dientes o el coco.
SUS BUENOS PROPÓSITOS NO DEBEN SER UNA CARGA
El término "resolución" sugiere indirectamente la idea de que debemos corregir quiénes somos. Por lo tanto, nos lleva a resolver los problemas y defectos que tenemos.
Esto nos lleva a adoptar buenos propósitos que nos parecen más una carga que un motor de motivación. Y para nuestros hijos, este sentimiento se intensifica.
Aunque te encantaría que tu hijo ordenara su habitación por iniciativa propia, quizás él no entienda por qué tienes esa necesidad. Así, percibe este buen propósito como un castigo.
Los buenos propósitos, o intenciones, deben surgir de nuestros propios deseos. Por eso, pregunta a tu hijo qué le gustaría para este año. Verás que seguramente tendrá más motivación para seguir sus propios deseos que las famosas resoluciones de principio de año.
DESTACA SUS CUALIDADES, EN VEZ DE SUS DEFECTOS
Si lo pensamos bien, los buenos propósitos se establecen para corregir un defecto o un aspecto que nos gusta menos: de nuestra personalidad, de nuestro físico, o en nuestra vida a más gran escala.
Inevitablemente, esto crea indirectamente una carrera hacia la perfección que no es realista ni necesaria.
¿Y si este año cambiamos las reglas del juego?
¿Qué tal si partimos de nuestras cualidades para elaborar nuestras intenciones para el año que sigue? Además de abordar este tema de manera más positiva, es la oportunidad ideal para mostrar a tu hijo que reconoces sus cualidades y fortalezas, y que es fundamental apoyarse en ellas para seguir siendo increíble en el día a día.
Aquí tienes algunos ejemplos de intenciones para 2024 basadas en las cualidades:
- La bondad: me gustaría ser amable con todos los estudiantes de mi clase. También quiero ser acogedor con todos los nuevos en mi escuela.
- La alegría: quisiera seguir levantando el ánimo de mis amigos cuando están tristes.
- La ambición: me acercaré a mi sueño de convertirme en astronauta viendo películas sobre el espacio y leyendo historias de astronautas famosos.
- La creatividad: quiero llevar a cabo todos los proyectos creativos que se me ocurran, sin preocuparme por lo que piensen los demás. ¡Al final del año, seré un verdadero artista!
CREA UN DESAFÍO PARA AFRONTAR EN EQUIPO
¿Y si tus buenos propósitos se convirtieran en un juego de equipo? Acepta el desafío de Pimagix #IncreíbleEnFamilia lanzándote el desafío de 3 intenciones en 2024, basadas en tus cualidades.
Para hacerlo más divertido, deja que tu hijo elija tus intenciones basadas en tus cualidades, y viceversa. ¡Su imaginación sin límites podría sorprenderte!
Cada mes, haz un balance de tu desafío y establézcanse un objetivo para el siguiente mes. Al final del año, podrán ver todo el camino recorrido… ¡y lo mucho que se habrán divertido superando este desafío de intenciones!
En este mes de febrero, adoptemos un solo buen propósito: el de permitir que nuestros hijos crezcan y se desarrollen sin la presión de la perfección de principio de año. Dejen que expresen sus intenciones y observen cómo se despliega la magia.